jueves, agosto 14, 2008

REFLEXIÓN SOBRE LA DOCENCIA EN LA PRÁCTICA CLÍNICA ( y II)

Hemos expuesto en un mensaje anterior algunos aspectos acerca de la docencia en la práctica clínica dentro del ejercicio de las profesiones sanitarias. Ahora aportamos nuestro parecer sobre la orientación que la misma debería tomar si se pretente una formación de calidad para los futuros profesionales.

La crítica es útil y necesaria pero no basta para avanzar. Por ello proponemos las líneas generales de lo que podría hacerse para mejorar la función docente en fisioterapia. La involucración en la docencia es, como hemos dicho, indiscutible, tanto como la labor asistencial en el entorno de una institución sanitaria. Siendo así parece lógico que, de la misma forma que se suministra material para un quirófano o para una unidad de fisioterapia, se dote al centro de los medios pertinentes para el ejercicio de la docencia. El primer requisito es que el profesional al que se le encomienda una tarea sea competente en la misma. Como se nos supone por nuestras titulaciones esa competencia en lo asistencial se sobreentiente que también la poseemos en la docencia. Pero el dominio de una disciplina no capacita para su enseñanza, y aunque sí es un requisito para la misma, el mejor docente no tiene por qué ser el mejor profesional. El docente debe poseer unas cualidades, unas actitudes y aptitudes, que pueden cultivarse y en las que se puede formar. Podemos hablar de experiencia, competencia, interés, ilusión, respeto, modestia, capacidad de liderazgo, habilidades de comunicación y motivación, etc. Todas esas características contribuirán a mejorar la docencia y , como dice Santos Guerra (Manual para tutores MIR, Cabero Roura, Editorial Panamericana 2007, pagina 50), "pienso que el tutor se hace, y se hace con una formación auténtica, tanto teórica como práctica". Por lo tanto, si se pretende una enseñanza del profesional sanitario de calidad se debe procurar la capacitación del docente. Y esto no se hace, al menos de manera formal, en la formación del fisioterapeuta.

Vesalio,autor de Sobre la estructura del cuerpo humano

El saber hacer, la buena disposición, la disponibilidad, no son suficientes para una buena educación. El profesional debería disponer de los medios necesarios para llevar a cabo esta tarea. Se hace preciso explicitar la inexcusable distribución del tiempo que requiere la formación en un contexto de presión asistencial. Si la institución se compromete con la formación debe hacerlo con todas las consecuencias, y no como una declaración de intenciones, asumiendo que una parte razonable de la jornada ha de destinarse a preparar al discente (tutorías, charlas, preparación de las mismas, evaluación, etc.). Esta disposición de medios se refiere también al espacio (aula de docencia) y a los materiales (medios audiovisuales, recursos bibliográficos, etc.), que en ocasiones trascenderán a la propia institución (recursos de la universidad, bibliotecas virtuales, etc.).

En definitiva, la formación ha de hacerse atractiva al docente, para que no sea un lastre impuesto como parte de sus funciones. Con ello estaremos forjando mejores profesionales para el futuro.

Todo esfuerzo debe tener una compensación. El profesional involucrado en la formación, por imperativo contractual o por iniciativa propia, pone en juego, sea como fuere, recursos personales y familiares. Parece coherente una contrapartida. Como ya hemos dicho, existe un cauce de reconocimiento del trabajo continuo, de la implicación, del compromiso, del afán por la puesta al día, etc., que es la carrera profesional. También hemos expresado nuestro excepticismo sobre su configuración actual. Además, su ejecución está paralizada en el caso de la Comunidad de Madrid.
Hay diferentes maneras de ejercitar la docencia práctica en fisioterapia. Se puede ser profesor vinculado, con reconocimiento legal, derechos laborales y retribución salarial. Se puede ser tutor de prácticas, con asignación dineraria no reglada y con un reflejo curricular de reconocimento discrecional. O se puede estar obligado a acoger alumnos en el puesto de trabajo sin ningún tipo de contraprestación. Podrá haber otras formas, seguramente parecidas a las expuestas. En cualquiera de ellas, suponemos, el centro receptor de alumnos percibe una compensación económica, sea con asignación de fondos públicos por el estatus de centro docente, o por pago directo por parte del centro universitario. Sin embargo, el encargado final de la tarea de formar, el que tiene que sacar tiempo para ello fruto de su mayor o menor implicación, no siente en muchas ocasiones compensado el esfuerzo. No se trata sólo de retribución salarial, sino de que una parte proporcionada de lo que individual y colectivamente se pone en juego revierta en el equipo, unidad o servicio. Las fórmulas pueden ser muchas: formación en todos los ámbitos relacionados con la profesión (desde enseñanza, profundización o reciclaje en procedimientos y técnicas que se emplean con los pacientes, a cursos en idiomas, metodología de investigación, metodología docente, etc.), asistencia a jornadas y congresos, fomento de intercambios intercentros, adquisición de nuevos materiales y dispositivos para la asistencia o de enseñanza, y otras maneras más imaginativas.
Si al profesional se le brindan los medios (disposición de tiempo y dotación económica) su disposición puede verse favorecida, lo que redundaría en una mejor docencia.

En definitiva, la formación ha de hacerse atractiva al docente, para que no sea un lastre impuesto como parte de sus funciones. Con ello estaremos forjando mejores profesionales para el futuro.

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lunes, agosto 11, 2008

REFLEXIÓN SOBRE LA DOCENCIA EN LA PRÁCTICA CLÍNICA (i)

La labor docente forma parte de las funciones del personal asistencial en los hospitales universitarios y centros de salud junto con la investigadora y la propia atención a los pacientes y usuarios del sistema sanitario. Sin embargo, las dos funciones primeras se han visto entre los profesionales como anejas, secundarias, accesorias. Esta visión choca con la imposición de la docencia por parte de los gestores, la mayoría de las veces sin una contrapartida para el profesional que la ejerce.
Palabras clave: docencia, profesiones sanitarias, tutor de prácticas.
Key words: teaching, health profession, advisor.
En el periódico Diario Médico (31/7/08) Indalecio Sánchez, nuevo decano de la Facultad de Medicina de Granada, aboga por la integración del personal clínico en la docencia con lo incentivos adecuados. Como profesional asistencial de cierta experiencia y como docente de pregrado en fisioterapia no podemos sino asentir a las declaraciones del decano. Efectivamente no abundan los incentivos para la implicación en esta labor. Por otro lado, se podría decir que tales incentivos sobran, pues el trabajo docente forma una de las tres patas del conjunto de las actividades exigibles al profesional cuando se integra en las instituciones sanitarias. Aunque esto sea así, y lo aceptemos, no parece coherente que desde los órganos administrativos de los centros no se vele por la puesta a disposición de recursos para el adecuado desempeño de la tarea docente. No entraremos ahora a valorar la ausencia práctica de interés en la labor investigadora, la otra faceta del profesional. Como fisioterapeuta asitencial nos damos cuenta de que en nuestra profesión, y diríamos que en las demás, no se estimula este cometido, cuando no se restringen medios o se obstaculiza.
En nuestro entorno percibimos que, junto con el requerimiento para el desempeño de la enseñanza de la fisioterapia, la medicina, la enfermería, etc., no se procuran los recursos que la propicien, al menos con pretensiones de calidad. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que la formación de pregrado sea defectuosa, sino más bien que su consecución es mucho más meritoria. Son muchas las lagunas a cubrir en general y en cuanto al profesional que participa en la docencia. Para empezar, se supone que cualquiera puede ser docente, sin proceso de selección transparente unas veces, sin claros criterios otras, y sin procurar la formación del formador. Así, a cualquiera se nos supone unas habilidades comunicativas, de transmisión de conocimientos y de capacidad evaluadora. Y el que de verdad las posee o se forma de manera externa a la organización no ve por ningún lado reconocimiento por ello. Vemos efectivamente, esa es nuestra experiencia directa y la transmitida por otros compañeros, como desembarcan en nuestras unidades alumnos, fruto de un convenio del que no se informa en muchas ocasiones, y no se plantean aspectos tan elementales como la disponibilidad de tiempos, espacios, o disposicion de los profesionales ascendidos a docentes. Ya hemos hablado en otra ocasión de la necesidad de especialización dentro de fisioterapia, y ahora volvemos a reclamar, no especialización, pero sí formación en docencia para poder ejercerla con dignidad. Hemos criticado, creemos que de modo constructivo, la implantación de la carrera profesional (específicamente en la Comunidad de Madrid) por no constituir más que un modo de retribución por antigüedad, y esto viene a colación por la falta de peso de la docencia en la misma. Es decir, el ámbito de incentivación para docencia e investigación en materia de ascenso profesional se ve prácticamente extinguido desde su origen. En este contexto, la implicación en la docencia no supone un incentivo ni por reconocimiento ni por retribución. El el diseño de la carrera actual la ponderación de dos de las tres patas antes aludidas, investigación y docencia, es muy desproporcionada con el componente asistencial, por lo que su desarrollo no supone una motivación.
Lo que además agrava el cuadro es que la docencia se haya convertido en una labor no consensuada con una de las partes, el docente, y sea una labor impuesta. Es innegable la asunción de la responsabilidad docente desde el momento en que esta es una más de nuestras funciones como profesionales de la salud. Sin embargo, su desempeño viene ligado a la ubicación del centro de trabajo. Dentro de un mismo lugar y entre sitios distintos hay diferentes vinculaciones con la docencia. La dedicación a la misma puede ser mayor o menor, o ni siquiera darse. Sin embargo, esto no implica diferencias en reconocimiento o salario en muchas ocasiones. Curiosamente se puede dar la situación en que dos trabajadores asumen alumnos y sólo uno de ellos percibe, fruto de un proceso de elección, compensación económica. Estas discriminaciones conllevan a situaciones de desequilibrio poco lógicas.En definitiva, en la formación pregrado, que es la que nosotros conocemos, y específicamente en fisioterapia, es común el ejercicio de la docencia como parte de nuestra relación contractual en unas condiciones de obligatoriedad, sin formación específica en docencia, sin incentivación (en términos de reconocimiento, compensaciones laborales o económicas), sin recursos específicos (tiempo dentro de la jornada laboral, espacios, medios didácticos, etc.) y, en ocasiones, sin proporcionalidad en comparación con otros colegas.
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