lunes, diciembre 01, 2008

UN ARTÍCULO MUY INTERESANTE PARA LOS FISIOTERAPEUTAS

Nosotros hemos expresado con nitidez nuestra opinión sobre la práctica de la Osteopatía en España. Más allá de lo opinable están los hechos. En este artículo se manifiesta, una vez más la realidad que se pretende esquivar a la hora de proponer cursos y otro tipo de formación en este campo.

En esta bitácora ya tratamos el tema de la Osteopatía, su relación con la Fisioterapia y el marco legal que ampara su práctica. Lo hicimos en una ocasión y retomamos el tema ante algunos comentarios de respuesta. Como presumíamos, la mayoría de esos comentarios y los leídos en otros foros adolecen de una falta de información en los que, con presumible buena voluntad, tratan de ejercer y aprender en este campo y en otras formas de terapia mal llamadas alternativas. La realidad legal es la que es. Entre otras cosas nuestras leyes, las de ámbito nacional, no reconocen la Osteopatía como profesión sanitaria (ni la Naturopatía, la Quiropraxia, la Acupuntura, la Homeopatía, etc., etc. ). Eso no significa una dejadez ni un desprestigio. Simplemente que todas esas formas de terapia sólo pueden ser ejercidas (de forma legal) por los profesionales sanitarios, según su cualificación y competencias. No se trata de un capricho ni de un afán proteccionista o corporativo, sino de una manera de proteger la salud pública. Acaso no nos hemos escandalizado cuando se ha descubierto algún médico que ejercía en una especialidad en la que no estaba titulado. Podría haberlo hecho durante años y, aparentemente, con resultados. En nuestras ciudades y pueblos hay muchos terapeutas que carecen de titulación oficial, que ejercen al amparo de títulos otorgados por supuestos centros universitarios (no habilitados para esa formación) y hasta por academias varias. Un simil puede valer. El mejor piloto de fórmula 1 menor de edad no podría conducir hasta los dieciocho años. Es preceptivo pasar el correspondiente curso oficial. Esa es la garantía en una sociedad como la nuestra. La alternativa: pretender que cualquier centro de formación forme a cualquiera con la voluntad de curar. Todo queda legalmente argumentado en el mensaje David Saorín en su bitácora.

LA HISTORIA CLÍNICA INFORMATIZADA: REALIDAD EN MARCHA

El Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud aprobó el pasado 10 de octubre la creación de la historia clínica informatizada accesible para los profesionales sanitarios pertenecientes a dicho sistema. Era un avance previsible desde el inicio de la implantación de la historia electrónica. En este caso, se pretenderá recoger inicialmente los datos más relevantes que hagan posible una mejor asistencia en todo el Estado. Así, para cualquier usuario atendido fuera de su centro de referencia e incluso de su comunidad autónoma, se conocerán datos que pueden ser vitales, como alergias o reacciones adversas a medicamentos o enfermedades o cirugías previas que pudieran condicionar los posibles tratamientos.
En el caso de los fisioterapeutas, cuando atendemos usuarios desplazados, en UVI u hospitalizados la información aportada será, por los mismos motivos, de gran valor.
Más información aquí.
Sobre la historia clínica de fisioterapia aquí.

EL "NÚMERUS CLAUSUS" EN LAS PROFESIONES SANITARIAS

La cuestión del númerus clausus es una cuestión ,que en mayor o menor medida, es de constante presencia entra las autoridades educativas y sanitarias. Más allá de esto, nos planteamos su pertinencia en otras profesiones sanitarias distintas a la Medicina.

En un artículo publicado en la sección de profesión de Diario Médico(31/10/2008) se defiende por el autor, Miguel Ángel García, la necesidad de permanencia de este sistema de limitación de acceso a los estudios de medicina. En su acepción académica el númerus clausus es la "limitación del número de plazas establecido por un organismo o una institución". Para tal limitación ha de esgrimirse un motivo que contrarreste los derechos que, a priori y cumplidas unas condiciones preestablecidas, todos deberíamos tener de estudiar lo que nuestra capacidad (y economía) nos permita. El autor expone argumentos que van mucho más allá de la mera defensa de unos intereses corporativos. Desde una perspectiva de ética social puede cuestionarse con fundamento el libre acceso a una carrera universitaria. Así, además de los más que probables minusvaloración de un título y precariarización laboral, debemos plantearnos el derroche de recursos económicos destinados a profesionales cuyo desempeño se verá impedido por un mercado de trabajo saturado. Y ¿qué ocurriría con la motivación de el profesional ante este panorama? En esta línea, el autor plantea la confrontación del derecho a la intimidad, tan presente en la relación profesional sanitario-paciente, con la disponibilización de los datos personales y de salud a un número previsiblemente mayor de pre y posgraduados en formación.


Bajo nuestro punto de vista la continuación del númerus clausus es útil para los médicos del presente y del futuro, y desde una perspectiva socio-ética, para toda la sociedad. Pero es más, como fisioterapeuta que ha visto nacer por doquier escuelas de fisioterapia, con el beneplácito de las autoridades educativas y sanitarias, esta limitación debería adoptarse para otras carreras sanitarias. La Fisioterapia es sufridora de las consecuencias previsibles de la inflación de profesionales. La remuneración, el reconocimiento social, la calidad de la docencia, no salen ganado con esta abundancia. Para el aspirante a fisioterapeuta la adopción del númerus clausus supondría una merma en sus derechos y para las universidades y colegios profesionales una merma en sus ingresos. Para los venideros y actuales fisioterapeutas podría suponer un futuro profesional más esperanzador. Nos tememos que pocos querrán dar ese paso. Pero parece lógico que los mismos argumentos para el mantenimiento del númerus clausus en Medicina (una profesión con gran peso social) servirían para su implantación en Fisioterapia u otras carreras. Prestigio, reconocimiento, motivación, calidad, aumentarían en otro escenario.


INFORMACIÓN SOBRE MEDICAMENTOS

Los fisioterapeutas somos, como profesionales sanitarios, un agente de salud. Como tales, además de aplicar los tratamientos de nuestra competencia, jugamos un papel en la promoción de la salud y en la información a nuestros usuarios sobre su salud general. El conocimiento en farmacología supone un valor añadido a nuestro desempeño y un apoyo a nuestros pacientes.

La farmacología forma parte de muchos programas formativos de Fisioterapia. No ocurre así desde siempre ni aún en todas las universidades. La medicación es una forma de tratamiento que puede tener mucha relevancia para el fisioterapeuta. Todo ello aboca a que dediquemos atención a la farmacoterapia de nuestros pacientes. Hay muchos medios para obtener información y formación. Uno de ellos es la Guía de Prescripción Terapéutica (GPT). Esta parte del texto original de la 51ª edición del British Nacional Formulary (BNF). Además de la traducción al español, se ha llevado a cabo una adaptación a la situación española. Los detalles de dicha adaptación pueden consultarse en la página V de la obra. Otra obra de referencia es el Vademecum, con acceso libre y bajo registro. Recientemente se ha publicado Farmacología para fisioterapeutas, una obra específica para nuestra profesión en castellano. Al igual que la obra del mismo título de Martín Fontelles et al.. En inglés podemos destacar el libro Pharmacolgy for physical therapy, de Barbara Gladson, publicado en 2006, y Pharmacology for the physical therapist, de Peter Panus et al, de 2008.
En definitiva, apuntamos aquí algunos recursos para contribuir a la atencián de mejor calidad a nuestros pacientes.

LA SANIDAD EN CRISIS

Estamos en tiempos de crisis. Sólo los más pudientes tentarían dudar ante ello. Por si acaso, nos lo recuerdan constantemente. No hace mucho leímos que esta vociferada crisis no afectaría al sistema sanitario. La implicación personal de nuestros más altos mandatarios en el compromiso con el gasto (o inversión) social sería garantía para que las prestaciones sanitarias no se afectaran. Pero no olvidemos que la gestión de la sanidad pública es competencia de las Autonomías. Y, ¿qué pasa entonces?.


La crisis nos afecta. Nos afecta como integrantes del Sistema Nacional de Salud y como ciudadanos receptores de servicios sanitarios. Parece que es la patente de corso para aminorar el gasto sanitario. Como no somos gestores desconocemos el alcance macroscópico de las directrices sobre control del gasto. Pero el trabajo de campo, el día a día del hospital o del centro de salud nota las repercusiones de la recesión. Se frena el gasto en materia de personal, se deja de sufragar la formación, se paralizan planes de necesidades, no se repone material de uso para nuestro trabajo. Y como justificación está la crisis. "No hay dinero", se escucha en los pasillos. No queremos pensar lo que pasará con otros gastos: obras, servicios externos, renovaciones, ...En el capítulo de retribuciones no se compensa (desde hace años) la subida del costo de la vida, la Carrera Profesional no se dotará en su cuarto nivel de incentivo económico, por ejemplo. Pero hay que entender que en las crisis nos tenemos que apretar el cinturón. Todos los afectados lo haríamos con nuestras economías domésticas. Ahora bien, más allá de lo observado, no nos gustaría que las motivaciones fueran un subterfugio para aminorar gastos a costa de un merma en la asistencia sanitaria. Hay una disminución asumible en el contexto actual, pero siempre que sea transitoria. No es admisible, en materias como esta, provocar un ajuste que disminuya la calidad. Porque no se trata de un gasto, sino de una inversión de futuro hasta ahora accesible a la mayor parte de la población. Parece que algunos organismos estiman que nuestro sistema sanitario está retrocediendo. Esta materia debería estar liberada de litigios políticos. Invertir en sanidad, en investigación y docencia para la salud, es rentable y debería ser compatible con un adecuado uso de recursos, ajeno a las preferencias injustificadas y vaivenes de los gestores.

Para leer más sobre fisioterapia.

jueves, agosto 14, 2008

REFLEXIÓN SOBRE LA DOCENCIA EN LA PRÁCTICA CLÍNICA ( y II)

Hemos expuesto en un mensaje anterior algunos aspectos acerca de la docencia en la práctica clínica dentro del ejercicio de las profesiones sanitarias. Ahora aportamos nuestro parecer sobre la orientación que la misma debería tomar si se pretente una formación de calidad para los futuros profesionales.

La crítica es útil y necesaria pero no basta para avanzar. Por ello proponemos las líneas generales de lo que podría hacerse para mejorar la función docente en fisioterapia. La involucración en la docencia es, como hemos dicho, indiscutible, tanto como la labor asistencial en el entorno de una institución sanitaria. Siendo así parece lógico que, de la misma forma que se suministra material para un quirófano o para una unidad de fisioterapia, se dote al centro de los medios pertinentes para el ejercicio de la docencia. El primer requisito es que el profesional al que se le encomienda una tarea sea competente en la misma. Como se nos supone por nuestras titulaciones esa competencia en lo asistencial se sobreentiente que también la poseemos en la docencia. Pero el dominio de una disciplina no capacita para su enseñanza, y aunque sí es un requisito para la misma, el mejor docente no tiene por qué ser el mejor profesional. El docente debe poseer unas cualidades, unas actitudes y aptitudes, que pueden cultivarse y en las que se puede formar. Podemos hablar de experiencia, competencia, interés, ilusión, respeto, modestia, capacidad de liderazgo, habilidades de comunicación y motivación, etc. Todas esas características contribuirán a mejorar la docencia y , como dice Santos Guerra (Manual para tutores MIR, Cabero Roura, Editorial Panamericana 2007, pagina 50), "pienso que el tutor se hace, y se hace con una formación auténtica, tanto teórica como práctica". Por lo tanto, si se pretende una enseñanza del profesional sanitario de calidad se debe procurar la capacitación del docente. Y esto no se hace, al menos de manera formal, en la formación del fisioterapeuta.

Vesalio,autor de Sobre la estructura del cuerpo humano

El saber hacer, la buena disposición, la disponibilidad, no son suficientes para una buena educación. El profesional debería disponer de los medios necesarios para llevar a cabo esta tarea. Se hace preciso explicitar la inexcusable distribución del tiempo que requiere la formación en un contexto de presión asistencial. Si la institución se compromete con la formación debe hacerlo con todas las consecuencias, y no como una declaración de intenciones, asumiendo que una parte razonable de la jornada ha de destinarse a preparar al discente (tutorías, charlas, preparación de las mismas, evaluación, etc.). Esta disposición de medios se refiere también al espacio (aula de docencia) y a los materiales (medios audiovisuales, recursos bibliográficos, etc.), que en ocasiones trascenderán a la propia institución (recursos de la universidad, bibliotecas virtuales, etc.).

En definitiva, la formación ha de hacerse atractiva al docente, para que no sea un lastre impuesto como parte de sus funciones. Con ello estaremos forjando mejores profesionales para el futuro.

Todo esfuerzo debe tener una compensación. El profesional involucrado en la formación, por imperativo contractual o por iniciativa propia, pone en juego, sea como fuere, recursos personales y familiares. Parece coherente una contrapartida. Como ya hemos dicho, existe un cauce de reconocimiento del trabajo continuo, de la implicación, del compromiso, del afán por la puesta al día, etc., que es la carrera profesional. También hemos expresado nuestro excepticismo sobre su configuración actual. Además, su ejecución está paralizada en el caso de la Comunidad de Madrid.
Hay diferentes maneras de ejercitar la docencia práctica en fisioterapia. Se puede ser profesor vinculado, con reconocimiento legal, derechos laborales y retribución salarial. Se puede ser tutor de prácticas, con asignación dineraria no reglada y con un reflejo curricular de reconocimento discrecional. O se puede estar obligado a acoger alumnos en el puesto de trabajo sin ningún tipo de contraprestación. Podrá haber otras formas, seguramente parecidas a las expuestas. En cualquiera de ellas, suponemos, el centro receptor de alumnos percibe una compensación económica, sea con asignación de fondos públicos por el estatus de centro docente, o por pago directo por parte del centro universitario. Sin embargo, el encargado final de la tarea de formar, el que tiene que sacar tiempo para ello fruto de su mayor o menor implicación, no siente en muchas ocasiones compensado el esfuerzo. No se trata sólo de retribución salarial, sino de que una parte proporcionada de lo que individual y colectivamente se pone en juego revierta en el equipo, unidad o servicio. Las fórmulas pueden ser muchas: formación en todos los ámbitos relacionados con la profesión (desde enseñanza, profundización o reciclaje en procedimientos y técnicas que se emplean con los pacientes, a cursos en idiomas, metodología de investigación, metodología docente, etc.), asistencia a jornadas y congresos, fomento de intercambios intercentros, adquisición de nuevos materiales y dispositivos para la asistencia o de enseñanza, y otras maneras más imaginativas.
Si al profesional se le brindan los medios (disposición de tiempo y dotación económica) su disposición puede verse favorecida, lo que redundaría en una mejor docencia.

En definitiva, la formación ha de hacerse atractiva al docente, para que no sea un lastre impuesto como parte de sus funciones. Con ello estaremos forjando mejores profesionales para el futuro.

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lunes, agosto 11, 2008

REFLEXIÓN SOBRE LA DOCENCIA EN LA PRÁCTICA CLÍNICA (i)

La labor docente forma parte de las funciones del personal asistencial en los hospitales universitarios y centros de salud junto con la investigadora y la propia atención a los pacientes y usuarios del sistema sanitario. Sin embargo, las dos funciones primeras se han visto entre los profesionales como anejas, secundarias, accesorias. Esta visión choca con la imposición de la docencia por parte de los gestores, la mayoría de las veces sin una contrapartida para el profesional que la ejerce.
Palabras clave: docencia, profesiones sanitarias, tutor de prácticas.
Key words: teaching, health profession, advisor.
En el periódico Diario Médico (31/7/08) Indalecio Sánchez, nuevo decano de la Facultad de Medicina de Granada, aboga por la integración del personal clínico en la docencia con lo incentivos adecuados. Como profesional asistencial de cierta experiencia y como docente de pregrado en fisioterapia no podemos sino asentir a las declaraciones del decano. Efectivamente no abundan los incentivos para la implicación en esta labor. Por otro lado, se podría decir que tales incentivos sobran, pues el trabajo docente forma una de las tres patas del conjunto de las actividades exigibles al profesional cuando se integra en las instituciones sanitarias. Aunque esto sea así, y lo aceptemos, no parece coherente que desde los órganos administrativos de los centros no se vele por la puesta a disposición de recursos para el adecuado desempeño de la tarea docente. No entraremos ahora a valorar la ausencia práctica de interés en la labor investigadora, la otra faceta del profesional. Como fisioterapeuta asitencial nos damos cuenta de que en nuestra profesión, y diríamos que en las demás, no se estimula este cometido, cuando no se restringen medios o se obstaculiza.
En nuestro entorno percibimos que, junto con el requerimiento para el desempeño de la enseñanza de la fisioterapia, la medicina, la enfermería, etc., no se procuran los recursos que la propicien, al menos con pretensiones de calidad. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que la formación de pregrado sea defectuosa, sino más bien que su consecución es mucho más meritoria. Son muchas las lagunas a cubrir en general y en cuanto al profesional que participa en la docencia. Para empezar, se supone que cualquiera puede ser docente, sin proceso de selección transparente unas veces, sin claros criterios otras, y sin procurar la formación del formador. Así, a cualquiera se nos supone unas habilidades comunicativas, de transmisión de conocimientos y de capacidad evaluadora. Y el que de verdad las posee o se forma de manera externa a la organización no ve por ningún lado reconocimiento por ello. Vemos efectivamente, esa es nuestra experiencia directa y la transmitida por otros compañeros, como desembarcan en nuestras unidades alumnos, fruto de un convenio del que no se informa en muchas ocasiones, y no se plantean aspectos tan elementales como la disponibilidad de tiempos, espacios, o disposicion de los profesionales ascendidos a docentes. Ya hemos hablado en otra ocasión de la necesidad de especialización dentro de fisioterapia, y ahora volvemos a reclamar, no especialización, pero sí formación en docencia para poder ejercerla con dignidad. Hemos criticado, creemos que de modo constructivo, la implantación de la carrera profesional (específicamente en la Comunidad de Madrid) por no constituir más que un modo de retribución por antigüedad, y esto viene a colación por la falta de peso de la docencia en la misma. Es decir, el ámbito de incentivación para docencia e investigación en materia de ascenso profesional se ve prácticamente extinguido desde su origen. En este contexto, la implicación en la docencia no supone un incentivo ni por reconocimiento ni por retribución. El el diseño de la carrera actual la ponderación de dos de las tres patas antes aludidas, investigación y docencia, es muy desproporcionada con el componente asistencial, por lo que su desarrollo no supone una motivación.
Lo que además agrava el cuadro es que la docencia se haya convertido en una labor no consensuada con una de las partes, el docente, y sea una labor impuesta. Es innegable la asunción de la responsabilidad docente desde el momento en que esta es una más de nuestras funciones como profesionales de la salud. Sin embargo, su desempeño viene ligado a la ubicación del centro de trabajo. Dentro de un mismo lugar y entre sitios distintos hay diferentes vinculaciones con la docencia. La dedicación a la misma puede ser mayor o menor, o ni siquiera darse. Sin embargo, esto no implica diferencias en reconocimiento o salario en muchas ocasiones. Curiosamente se puede dar la situación en que dos trabajadores asumen alumnos y sólo uno de ellos percibe, fruto de un proceso de elección, compensación económica. Estas discriminaciones conllevan a situaciones de desequilibrio poco lógicas.En definitiva, en la formación pregrado, que es la que nosotros conocemos, y específicamente en fisioterapia, es común el ejercicio de la docencia como parte de nuestra relación contractual en unas condiciones de obligatoriedad, sin formación específica en docencia, sin incentivación (en términos de reconocimiento, compensaciones laborales o económicas), sin recursos específicos (tiempo dentro de la jornada laboral, espacios, medios didácticos, etc.) y, en ocasiones, sin proporcionalidad en comparación con otros colegas.
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miércoles, junio 18, 2008

LA HISTORIA CLÍNICA EN FISIOTERAPIA II

Propuesta de elaboración

Palabras clave: historia clínica, fisioterapia, kinesiología, terapia manual, osteopatía.

Keywords: clinical history, medical history, physical therapy, physiotherapy, manual therapy, osteopathy.

Mots-clés: dossier medical, kinesitherapy, osteopathy, terapie manuelle.


Con anterioridad ya hemos hablado (LA HISTORIA CLÍNICA EN FISIOTERAPIA, ¿OBLIGATORIA?) de la necesidad de concienciarnos, en el ámbito de la fisioterapia, sobre la confección y cumplimentación de la historia clínica. Esta puede ser completa en sí misma o formar parte de un historial más amplio. El primer caso se da, por ejemplo, en las consultas privadas o también el sector público, como podría ocurrir en Atención Primaria, o en un hospital donde la historia estuviera dispersa y fragmentada entre los diferentes servicios. Con el advenimiento de la historia clínica electrónica se instaura un formato unificado, con múltiples subcarpetas, en las que los usuarios del sistema, es decir, el personal asistencial, deposita los datos pertenecientes a su parcela. Estaríamos en el segundo caso de los anteriormente descritos. Sea como fuere, con disponibilidad de aplicaciones informáticas o sin ellas, desde el hospital más moderno hasta la consulta más sencilla, la historia clínica en fisioterapia es preceptiva y un instrumento útil para conocer o recordar los pasos que se han dado para procurar atención a un paciente. Nos informa de lo que hemos hecho, de lo que han hecho otros, fisioterapeutas o no; de los resultados de las pruebas diagnósticas y de los tratamientos previos; de los antecedentes personales y familiares, de las alergias o reacciones adversas; de los hábitos de salud que pueden condicionar una intervención; de las expectativas del paciente, de su familia y de otros profesionales, ... y, sobre todo, es la herramienta fundamental para recoger lo que el paciente siente y piensa. En definitiva, con mayor o menor profundidad, nos proporciona los datos que son relevantes y pueden hacer exitoso el tratamiento o inducirnos a derivar al paciente a profesionales más adecuados o a estimar la necesidad de otras evaluaciones. Intentaremos aportar los ítems que conforman una historia completa de fisioterapia.


No queremos, en cualquer caso, dar a entender que la forma de historia clínica de fisioterapia que proponemos en la mejor, la más útil ni la más completa. Se trata de una tentativa, una proposición, con pretensión de ser una herramienta inicial que desde luego puede ser ampliada, reducida o adaptada según las circuntancias y posibilidades del usuario. Los ítems definidos pueden ser pertinentes, válidos, inútiles o baldíos. Disponer de una guía nos permite no olvidarnos de aspectos que pueden ser importantes y también desechar aquellos superfluos, reiterativos o que incluso puedan atentar contra la intimidad del paciente.

Hospital de Ficción

C/ºdel Recuerdo,2 - Tel. 91 700 00000000

2890000 Fuentefría - Madrid

HISTORIA DE FISIOTERAPIA

DATOS DEL PACIENTE

Comenzaremos por lo más inmediato a la hora de recibir a un paciente. Parece obvio que debemos conocer su nombre y apellidos, y por él vendrá identificado. Además, el acceso a los datos y la privacidad quedarán asegurados con el número de historia clínica. El manejo informático será más rápido si el paciente viene identificado numéricamente (número de historia clínica, NHC), aunque la base de datos debería permitir la identificación también por nombre y apellidos. La dirección del paciente se hace necesaria para poder dirigirnos a él por correspondencia tradicional y podría ser muy útil, por ejemplo, en el caso de estudios epidemiológicos, pues la historia clínica es accesible en todo caso, preservando la protección de datos, para los estudios de investigación. El teléfono fijo y móvil facilitarán cualquier tipo de comunicación con el paciente (citas, solicitudes, avisos, etc). Otros dados confirman la identidad del paciente en cualquier tipo de trámite (procedencia, facturación, financición, por ejemplo) que en muchos casos serán innecesarios de forma sistemática. Sería el caso del D.N.I., o del número de la Seguridad Social.

La edad y el sexo pueden tener un valor no sólo identificativo, sino también clínico y epidemiológico, en caso de querer hacer algunos tipos de estudio (incidencia, prevalencia, cohortes, estudio de casos). Hacemos algunas consideraciones sobre estos aspectos. En cuanto a la edad debemos sospechas de los dolores en niños lo suficientemente intensos como para solicitar fisioterapia (Meadows J.T. "Diagnóstico diferencial de fisioterapia" Mc Graw-Hill 2000, pag 7). La edad avanzada nos orientará hacia trastornos degenerativos. Cáncer, infartos coronarios y cerebrales, son factores a considerar en la evaluación del mayor. Igualmente en este grupo de edad esperaremos menor amplitud de movimiento.

El sexo orienta en cuanto a la predisposición a determinadas enfermedades: osteoporosis, cáncer de mama, alteraciones prostáticas o ginecológicas van ligadas al género. La combinación de edad y sexo es importante en muchos casos, como el de un varón de edad madura con lumbalgia de posible origen visceral o neoplásico.

DATOS ASISTENCIALES ...Continúa en este enlace.


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POR LA CORRECCIÓN DEL LENGUAJE ENTRE LOS PROFESIONALES DE LA SALUD

Incorrecciones, anglicismos mal empleados, importación directa desde el inglés, desconocimiento, abuso de los acrónimos,...Leyendo en las historias clínicas y, lo que es peor, en la literatura científica, específicamente en la de ciencias de la salud, vemos todas esas cosas. No es que nosotros seamos doctos conocedores de la lengua castellana, pero sí hacemos el intento de emplearla correctamente, seguramente con errores que los lectores de esta bitácora habrán descubierto en alguna ocasión. A modo de ejemplo, hemos visto con perplejidad, asombro, desesperación a veces, perlas como ombro, screw, versus (en lugar de la conjunción "o" o de "frente a"), presión arterial (en lugar de "tensión arterial"), shunt, screening, taping, test, journal,...y mucho más, tanto que algunas de esas palabras se han afianzado al punto de parecer imposible prescindir de ellas.


No hace muchos años, a los titulados universitarios, a las personas con cierta relevancia social, como médicos y maestros, se les suponía una formación completa, amplia. Hoy en día parece claro que esto no es así. La degradación del sistema educativo se manifiesta cuando al culminar la formación más extensa y exigente se mantienen y no se corrigen deficiencias impropias de una enseñanza de calidad. La comparación con el pasado, cuando el profesional médico poseía, junto con la formación propia de su disciplina, una mayor o menor formación humanista, es inevitable. Las generaciones recientes, a las que por los pelos no pertenecemos, han crecido en un ambiente de, como diría Fernando A. Navarro en su bitácora Laboratorio del lenguaje, anglomanía galopante.Desde hace años, para algunos en verano llevamos shorts, en lugar de pantalones cortos, compramos tickets (o tiquets, en su versión bárbara) en lugar de entradas, mandamos SMS en lugar de simples mensajes, estacionamos nuestro coche en un parking, compramos un kit de herramientas en lugar de un lote o juego, se hacen test de embarazo y no pruebas, enviamos mails (¿es tan difícil pronunciar correo?), y así un largo etcétera. Los jóvenes y no tan jóvenes, con sus incorrecciones intencionadas en mensajes electrónicos y abreviaturas ininteligibles, están contaminando el lenguaje de forma descarada. Y esta es la semilla del futuro. Los medios de comunicación, cuyas crónicas son elaboradas por flamantes licenciados, ayudan a que esta tendencia se extienda sin pausa. Un detenido se convierte en "arrestado" y una prueba judicial se convierte en evidencia (no deben conocer los "false friends"). Así que no es de extrañar que tanta permisividad lingüística se extienda al lenguaje de los profesionales, a los que se presupone un lenguaje correcto. La comodidad y las malas traducciones cumplen también su papel, no preocupándonos por buscar el equivalente castellano a los términos foráneos. Existen, por otro lado, recursos necesarios y aceptados, como la elipsis ("No signos de dificultad repiratoria", "Saturación O2 en rango"), que abrevia la confección de la historia clínica, o los acrónimos (BEG, HTA, IRA, DM, EMO), de los que se abusa en ocasiones y complican la comunicación con profesionales ajenos a nuestra disciplina o especialidad.

La Fisioterapia, como el resto de profesiones sanitarias, se ve afectada por esta corriente. El balance muscular se convierte en "testing" muscular, "testamos" la capacidad aeróbica, hacemos un "test" de cajón anterior de rodilla en lugar de una prueba, un estudio es "randomizado" (error especialmente sorprendente) en lugar de aleatorizado, la fisioterapia basada en pruebas se convierte en basada en evidencias (es decir, en lo que no se tiene que probar), se hace reducción del "slack",un "toigle recoil" o un "thrust", y un síndrome subacromial es un "impingement".

Desde la docencia debemos, en nuestra opinión, contribuir a que el lenguaje se use correctamente. Parece que los que se supone tienen el mayor nivel educativo, los titulados universitarios, debieran tener un manejo del lenguaje acorde con él. Las jergas profesionales son compatibles con la corrección lingüística, especialmente en la comunicación escrita. Esperamos, que como los hablantes de otras lenguas peninsulares, los hablantes del castellano, y los que se suponen más "educados" a la cabeza, hagamos algo para evitar su degradación fruto de modas sibaritas, pedantería, comodidad o incultura.



Bitácora muy interesante "Laboratorio del lenguaje".

Más Fisioterapia.

LA INVESTIGACIÓN EN FISIOTERAPIA, ¿UNA QUIMERA?

El fracaso de una oferta formativa del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid sobre metodología de investigación resulta llamativo en una profesión que aspire con seriedad a ser considerada en el entorno sanitario, en un contexto de exigencia de resultados probados y de eficiencia en la distribución de los recursos de salud.

Parece que la respuesta a la cuestión del título estaría meridianamente clara si nos quedamos con la respuesta a la convocatoria del curso del Colegio de Fisioterapeutas de Madrid. La propuesta formativa del Colegio ha sido desestimada por el colectivo. De los aproximadamente 6000 colegiados no ha salido un número mínimo de solicitantes, teniendo en cuenta que el número máximo de alumnos era de 26.

Otro tema es la razón de esta falta de demanda. Podría pensarse que la mayoría de los fisioterapeutas consideran cubierta su formación en este campo. O que se piensa que esta faceta no es importante para el ejercicio de nuestras funciones. O que el precio a pagar en tiempo y dinero no es asumible. O, simplemente, que no despierta interés. Quizás hay un poco de todo. Pero, aunque se arguyeran todas esas razones, sería difícil aceptar que ni siquiera diez o quince fisioterapeutas estarían en disposición de acudir al curso, si este asunto tuviera calado entre los mismos.

Si partimos del hecho de que la Fisioterapia se considera a sí misma una disciplina científica que aplica (o aspira a ello) el método científico como única fuente de conocimiento válida, y lo conjugamos con el hecho, fácilmente contrastable, de la falta de formación científica de los fisioterapeutas, el fracaso palmario de este curso resulta desconcertante, llamativo, decepcionante, desilusionante. ¿Cuál es la verdadera razón de ello? Subyace, pensamos, una falta de reconocimiento básica de lo que es y pretende ser la Fisioterapia. Mientras nos enrolamos en todo tipo de cursos sobre técnicas novedosas o antiguas, más los fisioterapeutas noveles (los más vulnerables), no se nos ha inculcado la cultura de la crítica constructiva, con la que podríamos valorar la verdadera validez de las intervenciones que se nos proponen. Si fuera de otra manera no serían tan exitosas otras ofertas formativas, cuyo contenido es de más que dudosa calidad científica o incluso se ha probado su ineficacia. La visión científica y el conocimento de su metodología están engarzados con una práctica de calidad. En contexto de las Ciencias de la Salud es preciso contar con la validez científica para adquirir reconocimento, respeto y prestigio. No vale ampararse en el empirismo mal entendido, que oculta una tendencia seudocientífica, en la que no es necesario demostrar nada.

La culpa, si se puede decir así, es un poco de todos. De los que no se forman y no reconocen la necesidad de esta formación, de las autoridades (incluídos los gestores intermedios), que no se preocupan de evaluar las técnicas y tecnologías de tratamiento (tanto en nuestro campo como en otros), de los docentes y de la universidad, que no transmiten la importancia del reconocimiento de la Fisioterapia como ciencia.
A partir de aquí no cabe inhibirse y los colegios profesionales, desde su responsabilidades, debería tratar de corregir esta situación. Nos atrevemos a proponer campañas divulgativas, jornadas, charlas, cursos cortos, artículos en sus medios de divulgación y, por supuesto, no dar esta batalla por perdida.